La Silla Acapulco colombiana
Rafael Zúñiga regresó a su ciudad natal, Santa Marta, con un solo objetivo: rescatar la tradición tejedora de la región, que había sido amenazada durante décadas por el conflicto armado y reemplazos agrícolas.
Su marca, Tucurinca, es el renacimiento de la tradicional mecedora costeña y un tributo a la tierra, sus colores y su gente, particularmente de la región bananera de Magdalena, que inspiró las novelas de realismo mágico del Nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Las sillas de Zúñiga son elaboradas con zuncho, plástico y cuerda, materiales derivados de las hojas de palma y cultivos de banano de la región. Sus productos están compuestos por un marco de acero y cuerdas de PVC tejido, que transmiten la alegría y energía de la experiencia caribeña.
Lo extraordinario de su iniciativa es que es incluyente, pues trabaja con artesanos locales sin experiencia tejedora previa, pero con la tradición artesanal en su sangre. Zúñiga les enseña el arte de tejer y, además de generar empleo con esto, empodera a la comunidad y fortalece la cultura local. Todos los productos son elaborados en el estudio Tucurinca por tejedores, herreros y diseñadores locales tucurinca.com.co